Revolución o Guerra n°19

(Octubre 2021)

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Nueva Plataforma política del GIIC

El GIIC acaba de adoptar una nueva plataforma política que se resume en las Posiciones Básicas que reproducimos a continuación y que a partir de ahora figurarán en la contraportada de esta revista. Originalmente, en la conferencia de constitución del GIIC de 2013, habíamos formalmente adoptado como plataforma mínima las posiciones básicas presentes en la contraportada de las publicaciones de la Corriente Comunista Internacional (CCI), salvo la referencia a su posición sobre la Descomposición, y que son muy cercanas, si no similares, a las de la Tendencia Comunista Internacionalista (TCI). "Como tal y en esta forma, la plataforma requerirá un mayor desarrollo y argumentación en el futuro", decíamos entonces. (Resolución sobre la constitución del GIIC [1]) Una de nuestras orientaciones era conseguir rechazar las falsas – porque esencialmente causadas por reflejos sectarios – oposiciones entre la CCI y la TCI y aclarar cuáles eran las verdaderas divergencias y debates que debían plantearse, discutirse y aclararse. Nuestra plataforma es el resultado final de la realización de esta orientación. Estará disponible muy pronto en nuestro sitio web y en forma de folleto que imprimiremos [2]. También contendrá nuestras posiciones críticas [3] sobre las plataformas de la CCI y de la TCI desarrolladas en los años 70 y 80. Estas posiciones, así como las discusiones que mantuvimos con nuevos camaradas que deseaban reagruparse y adherirse al GIIC, fueron momentos importantes para el desarrollo de nuestro propio texto. Básicamente, creemos que fue la evolución de la situación histórica de la última década la que exigió la superación de las antiguas e inadecuadas plataformas y la adopción de ésta. La ruptura provocada por la crisis y la pandemia, es decir, la precipitación de los dramáticos acontecimientos económicos e imperialistas y la creciente y activa actualidad de la alternativa revolución o guerra sobre ellos, hizo que su adopción se volviera urgente y una necesidad absoluta.

Pero, ¿qué es una plataforma política y por qué es necesaria? La plataforma política de un grupo o partido revolucionario es un documento práctico destinado a servir de referencia y guía para el grupo en su conjunto, es decir, para sus órganos centrales, sus secciones nacionales y locales, sus militantes, cuando intervienen en las luchas de la clase obrera. Debe ser lo más claro posible, para equipar mejor a las diferentes partes de la organización teóricamente y para evitar a todas ellas (en la medida de lo posible) el deslizamiento hacia el oportunismo que inevitablemente se produce cuando la ideología burguesa y las prácticas que se derivan de ella consiguen ejercer su influencia en cualquier grupo o partido revolucionario.

En la medida en que la clase obrera lucha más eficazmente cuando actúa de acuerdo con el contenido político inmanente, o latente, de su lucha, incluso en las luchas aparentemente más banales y cotidianas que tienen lugar en su propio terreno, la plataforma es un documento de lucha que debe aspirar a ser de utilidad directa también para el proletariado en lucha. La necesidad histórica de derrocar al capitalismo es inherente incluso a las luchas cotidianas e inmediatas, que los participantes en estas luchas inmediatas sean plenamente conscientes de ello o no. La clase obrera sólo puede desarrollar sus luchas y resistir al capital cuando consigue darse cuenta del contenido político latente de sus luchas y actúa en consecuencia, porque incluso la más limitada lucha proletaria en su propio terreno se enfrenta inmediatamente a todo el poder legal y represivo del Estado capitalista que éste considera necesario para cortar de raíz el auténtico despertar de su enemigo mortal, el proletariado revolucionario.

Como documento que pretende ser de utilidad práctica en la lucha proletaria, la plataforma debe tener en cuenta la realidad de la situación actual. Uno de los aspectos de esta última que se subestima – incluso por parte de los grupos que proclaman a voz en grito la muerte de la Izquierda comunista, así como por parte de quienes pretenden ser sus únicos representantes, metiendo todos los demás grupos revolucionarios en el mismo saco que los izquierdistas – es precisamente la existencia de un campo proletario/revolucionario. Por el contrario, debemos reconocer la realidad de este campo, con todas sus debilidades, ambigüedades y reflejos sectarios a menudo sombrios.

Nuestra plataforma se basa y se articula en torno a la cuestión central del partido, como vanguardia y dirección políticas del proletariado, como máxima expresión de la conciencia de clase. Por esta posición de principio central del marxismo y porque queremos hacer de ella un documento práctico, su redacción ha tenido en cuenta explícitamente 1) la existencia del campo proletario, y 2) la necesidad de la lucha, incluso la más aparentemente cotidiana, en el terreno proletario para realizar su contenido político inmanente, un proceso que pasa por la huelga de masas, hasta la insurrección, la destrucción del Estado capitalista, el ejercicio de la dictadura proletaria a escala mundial y, finalmente, la transición hacia el comunismo, bajo la dirección del partido comunista internacional.

El reconocimiento de la realidad del campo proletario es sólo el primer paso en la formación de la unidad política de principio indispensable para la constitución del futuro partido. La confrontación, el debate e incluso la polémica son necesarios para que el campo proletario adopte un método de funcionamiento de partido. Sólo adoptando este método, el campo proletario puede empezar a actuar como una vanguardia eficaz, una vanguardia reconocida como tal por los proletarios en lucha. Imaginemos el absurdo, la absoluta estupidez, de que un grupo comunista, que proclama la necesidad de la unidad proletaria y forma parte de un medio de grupos y círculos revolucionarios con posiciones de principio comunes, internacionalismo proletario y ejercicio de la dictadura del proletariado en particular, ignore las posiciones de los demás y no se enfrente a ellos, o incluso muestre su hostilidad y sectarismo, mientras llama a la unidad en las luchas proletarias.

Se puede entender, por supuesto, la desesperación que se apodera hoy de muchos en el campo proletario. Los militantes experimentados pueden notar que el número de militantes revolucionarios no está aumentando significativamente en sus organizaciones. Sería una reacción comprensible, aunque en última instancia contraproducente, intentar reclutar más miembros adaptándose al clima ideológico actual; permitiendo el eclecticismo en las filas de la organización; argumentando, por ejemplo, que el anarquismo es una teoría revolucionaria del proletariado junto al materialismo histórico, en lugar de la teoría idealista del lumpenproletariado y la pequeña burguesía contrarrevolucionaria, independientemente de la sinceridad y la condición sociológica de los militantes de las organizaciones anarquistas; argumentando que los comunistas de izquierdas están a favor del "comunismo libertario" porque el comunismo "autoritario" es un oxímoron, etc. Este oportunismo miope puede ganar nuevos reclutas a corto plazo, dando la impresión de que la organización está creciendo, pero es un edificio construido sobre arena. Ante la tormenta histórica que inevitablemente provocarán las contradicciones insolubles del capitalismo, lo que se requiere de la vanguardia revolucionaria es rigor teórico, no eclecticismo; un claro deslinde de la ideología burguesa, no un acomodo blando.

Es este rigor teórico y este claro deslindo con el izquierdismo lo que nuestra nueva plataforma pretende aportar. Lo hace reivindicando exclusivamente la herencia teórica y política de la llamada Izquierda Comunista Italiana [4], sin ignorar por completo las otras diversas Izquierdas y Oposiciones que han tratado de resistir la degeneración estalinista de la Tercera Internacional. Hoy en día, y ante el colapso casi total de las otras Izquierdas comunistas, en particular la llamada Izquierda germano-holandesa, o consejista, no cabe duda de que la filiación y la herencia programática, teórica y política de la Izquierda comunista internacional descansa casi exclusivamente en la llamada Izquierda italiana.

Fue la corriente política más clara que luchó abiertamente y cuerpo a cuerpo, dentro de la propia Internacional Comunista, contra su degeneración estalinista. Pero la historia del movimiento obrero no comenzó con ella. Nuestra nueva plataforma reivindica la herencia de las izquierdas de las anteriores Internacionales; Rosa Luxemburgo y Lenin contra los reformistas y oportunistas de la Segunda Internacional; Marx y Engels contra los bakuninistas de la Primera, por nombrar sólo a los representantes más destacados de estas izquierdas.

Las principales armas del proletariado son su unidad y su teoría revolucionaria. Pero para que esta última no sea letra muerta, debe actualizarse en la lucha de la clase obrera, a través de la praxis. La clase obrera, siendo objetivamente una clase contra el capital, tiende a resistir y luchar constantemente y, al final, a rebelarse inevitablemente contra su condición de explotación y opresión. Es a lo largo de sus combates y de esta lucha histórica del proletariado que la minoría política de la clase, agrupada y organizada en sus organizaciones políticas y en su partido, debe intervenir en todas las luchas proletarias, desde las más pequeñas hasta las más grandes, tanto a nivel local como a nivel nacional e internacional, para desarrollar y asegurar la mejor dirección política posible de las luchas proletarias.

En toda lucha proletaria, pequeña o grande, la vanguardia proletaria interviene en un terreno disputado, un terreno ocupado por formaciones políticas burguesas, en particular de izquierda e izquierdistas, cuya política tiene por resultado objetivo, si es seguida por el proletariado, conducir a la derrota; a la desmovilización de la necesaria lucha de clases del proletariado, y a la movilización para la ’solución’ de la burguesía a las contradicciones estructurales de su sistema: la guerra imperialista generalizada. En este sentido, toda lucha proletaria por reivindicaciones económicas, incluso las más limitadas, es también de hecho una lucha política que la clase y los revolucionarios deben asumir. Precisamente porque la vanguardia proletaria debe intervenir en un terreno políticamente disputado, el de las luchas proletarias, es indispensable una delimitación lo más clara posible con el izquierdismo. Esto explica el espacio que nuestro texto programático dedica a la definición de las fronteras de clase. Este documento no pretende seducir a los militantes a medio camino entre el izquierdismo y las posiciones auténticamente revolucionarias dejando, por ejemplo, una ambigüedad sobre la naturaleza de clase de los sindicatos, los partidos de izquierda, el izquierdismo, el anarquismo o las luchas de liberación nacional, etc. Se invita a los militantes a que se posicionen claramente a favor o en contra de tal o cual propuesta para que podamos ver cuáles son su posturas. No podemos confiar en la brillantez de los militantes individuales para contribuir a la formación del principal instrumento de emancipación proletaria, el Partido Internacional. En efecto, ésta no es ni una suma de individuos, ni mucho menos una secta que sigue a un gurú iluminado, sino un colectivo anónimo de militantes cuya unidad supera la suma de los individuos que la componen. Por lo tanto, la plataforma sólo puede fundarse en los principios y el programa comunistas y en la convicción política comunista de los militantes. Para ello es necesario adoptar el método del partido y una plataforma lo más clara posible.

Le GIIC, Septiembre 2021

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Notas:

[2. Sólo en francés e inglés por el momento.

[4. Adoptamos aquí esta terminología, utilizando el calificativo ’nacional’ con vacilación. Por un lado, porque la Izquierda ’italiana’ era una corriente internacional, y por otro, porque su herencia y valor son de importancia universal para el proletariado internacional. Este patrimonio no debe reducirse a una mera expresión política del proletariado italiano, reducción implícita en el uso del calificativo de nacional.