(mayo 2021) |
Inicio | Versión imprimir |
Toma de posición sobre la plataforma de la Corriente Comunista Internacional
La plataforma (PF) de la CCI [1] fue adoptada en su 1º Congreso en 1976. Desde entonces, ha conocido algunas “rectificaciones decididas por los 3º, 7º y 14º Congresos en 1979, 1987 y 2001” (Introducción a la plataforma [2]). Cabe señalar que la versión disponible y en la que nos basamos no integra la teoría oportunista de la descomposición introducida en los años 90. Sólo en las posiciones básicas [3], sintetizando las posiciones de la plataforma, aparece públicamente : “Desde la Primera Guerra mundial, el capitalismo es un sistema social decadente. En dos ocasiones ya, el capitalismo ha sumido a la humanidad en un ciclo bárbaro de crisis, guerra mundial, reconstrucción, nueva crisis. En los años 80, el capitalismo ha entrado en la fase última de su decadencia, la de su descomposición.”
El texto de 1976 comienza situando históricamente la constitución de la CCI en el hecho de que “después del periodo más largo de contrarrevolución que ha conocido en su historia, el proletariado encuentra de nuevo el camino de la lucha de clases”. En efecto, el final de los años sesenta está marcado también por el fin de la reconstrucción de posguerra y por un reanudación de lucha obrera internacional cuya señal fue la huelga de masa del mayo 1968 en Francia. “Desde la explosión de 1968 en Francia hasta hoy, de Italia a Argentina, de Inglaterra a Japón, de Suecia a Egipto, de Estados Unidos a India, de Polonia a España las luchas obreras han llegado a constituir una pesadilla para la clase capitalista.” La ruptura histórica fue real. Resultó en la aparición, también internacional, de una nueva generación de revolucionarios, algunos de los cuales se agruparon más o menos claramente en torno a las posiciones de la Izquierda Comunista. Muchos de ellos lo hicieron sobre las posiciones que la CCI acabó sintetizando en este documento programático. En este sentido, la plataforma representó un momento de la lucha histórica para el partido y, como tal, exige una mirada y un balance críticos.
Desgraciadamente, la influencia de la revuelta estudiantil, el espíritu anarquista y pequeñoburgués de finales de los años 60, a lo que hay que añadir la reacción al estalinismo, sobre todo en el medio obrero, hizo que la llamada Izquierda Comunista Germano-Holandesa fuera el sesgo consejista que permitió a gran parte de esa generación, sobre todo a los que iban a formar o ingresar en la CCI, reapropiarse de las posiciones de clase. Como ella misma siempre lo reconoció, la ruptura orgánica con las fracciones de la Izquierda Comunista salidas de la Internacional Comunista (IC), en su caso con la Gauche communiste de France (GCF) y más ampliamente con la llamada Izquierda Italiana, no podía ser colmada por la mera presencia de Marc Chirik, miembro de la fracción italiana a partir de 1938, y luego del GCF [4]. La plataforma de la CCI se resiente enormemente de ello hasta el punto de reivindicarse no sólo, y con razón, “de la Liga de los Comunistas, de las primera, segunda y tercera Internacionales” sino también de corrientes tan opuestas como “las Izquierdas holandesa, alemana e italiana”. Veremos que al final, el espíritu de síntesis dejó poco espacio para la Izquierda italiana y mucho para la germano-holandesa. De hecho, la síntesis, una búsqueda ilusoria a largo plazo, sólo podía ser un momento del reagrupamiento internacional y de reapropiación histórica que correspondía en parte a este periodo particular y que debería haber sido superado posteriormente. No fue así.
Coherencia y logros de la plataforma de 1976...
Las posiciones de la plataforma de la CCI están sin duda en el terreno de la clase. Corresponden a las de la plataforma de la Tendencia Comunista Internacionalista (TCI), lo que hace que los camaradas jóvenes o inexpertos a menudo no ven ninguna diferencia real entre ambas. A pesar de sus deficiencias, sobre las que volveremos, la plataforma de la CCI y la de la TCI siguen representando los logros programáticos más avanzados hasta la fecha. Además, la primera tiene la ventaja de exponer las fronteras de clase de forma sistemática, distinta y clara. Permite así a cualquier lector y militante situarse claramente a favor o en contra lo que es esencial para que este tipo de documento sirva de base para la adhesión de nuevos miembros y funde la unidad y la acción de la organización comunista, del partido.
“Toda defensa, incluso si es “crítica” o “condicionada”, de estos países [llamados socialistas, ex-URSS, China, etc.] es una actividad absolutamente contrarrevolucionaria. (…) Todas las políticas de “utilización”, de “renovación” o de “reconquista” de organizaciones de carácter sindical (…) se encuentran fatalmente en el terreno de la contrarrevolución. (…) Las tácticas del “parlamentarismo revolucionario” (...) se han demostrado, después de una práctica con resultados catastróficos para la clase, ser una política fundamentalmente burguesa. (…) Toda corriente política que intente apartarlo [el proletariado] de ese terreno [de clase por medio de cualquier táctica frentista, de frente único, frente anti-fascista, etc.] pertenece necesariamente al campo burgués. (…) Toda posición de “apoyo incondicional” o “crítico” a estas luchas [de liberación nacional] es totalmente incompatible con una actividad comunista. (…) Todas las corrientes políticas que (...) defienden la auto-gestión son defensoras objetivas del orden capitalista. (…) Los gobiernos burgueses han aprendido a utilizar eficazmente [las luchas parciales, feminismo, anti-racismo, etc...] para preservar el orden social. (…) El conjunto de corrientes llamadas “revolucionarias” [maoismo, trotskismo, anarquismo] que se sitúa hoy en una postura política de defensa de un cierto número de posiciones de los partidos socialista o comunistas, como por ejemplo las alianza “antifascistas”, pertenecen al mismo campo que ellos, el campo del capital.” Estas posiciones son, en efecto, fronteras mínimas de clase que formarán parte de la plataforma del futuro partido mundial del proletariado y serán indispensables para su unidad política y militante.
Además, el documento busca cierta metodología y coherencia tanto en la exposición ordenada de los diferentes puntos como en su argumentación. El primero, Teoría de la revolución comunista, defiende que “el marxismo es la adquisición teórica fundamental de la lucha proletaria [y] la única base a partir de la cual la teoría revolucionaria puede desarrollarse.” Reafirma el principio de la lucha de clases, “el marxismo [explica] la marcha de la historia por el desarrollo de la lucha de clases”, y el carácter revolucionario del proletariado. El segundo, Las condiciones de la revolución comunista, define la finalidad comunista. “La revolución proletaria tiene como fin reemplazar las relaciones de producción fundadas en la penuria por relaciones de producción basadas en la abundancia. Por ello significa el fin de toda propiedad, de todo privilegio y de toda explotación.” Por ello, “es la primera revolución de carácter mundial en la historia pues no puede alcanzar sus objetivos más que generalizándose en todos los países” ; “la toma del poder político por el proletariado abre necesariamente al período de transición” entre el capitalismo y el comunismo; “el desarrollo de la lucha revolucionaria está condicionado por la profundización y generalización de la lucha reivindicativa del proletariado como clase explotada” y no por la negación de su carácter de clase explotada. Aunque hoy no los formularíamos todos así – la fórmula toma de poder político es demasiado vaga para un documento programático –, estos puntos son parte integrante de los principios y del programa comunistas.
El siguiente punto es La decadencia del capitalismo. Es él que da la coherencia teórica a toda la plataforma y proporciona la unidad de las posiciones de clase tal y como las entendía y defendía la CCI de la época. Esta es la fuerza y la debilidad del documento, y sus limitaciones en la actualidad. Con el final del siglo XIX, el período histórico de ascenso del capitalismo iniciado en el siglo XVI llegó a su fin, y el estallido de la Primera Guerra Mundial imperialista sancionó definitivamente la entrada en su período de decadencia. El reconocimiento de una dinámica histórica diferente y de una ruptura fundamental para el capitalismo es un logro del movimiento obrero que Lenin supo definir como Imperialismo, fase superior del capitalismo, y que la Internacional Comunista consideró esencial y central incluir en su propia plataforma: “Ha nacido una nueva época. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado.” Que la CCI explique esta ruptura histórica a partir de la teoría de las crisis planteada por Rosa Luxemburgo, principalmente la ausencia de mercados extra-capitalistas que permiten continuar la acumulación de capital, y que haya otras teorías y análisis, no cambia el hecho de que su posición sobre el declive histórico del capitalismo se inscribe en el marco programático proveniente de la IC y de la Izquierda Comunista sobre este punto.
… pero una coherencia mecánica, economicista y no marxista
“En la decadencia capitalista la tendencia general hacia el capitalismo de Estado es una de las características dominantes de la vida social. (…) Se manifiesta en todos los países del mundo, ésta se acelera y se muestra claramente en las épocas y en los países donde los efectos de la decadencia se hacen sentir con más violencia: históricamente durante los periodos de crisis abierta o de guerra…” El desarrollo implacable y generalizado del capitalismo de Estado a lo largo del siglo XX, y especialmente desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, corresponde esencialmente a tres prioridades para cada capital nacional: centralizar y unificar al máximo todas las fracciones del capital nacional de cara a la competencia internacional; “poner en marcha el aparato militar necesario para defender sus intereses ante el endurecimiento de los antagonismos internacionales”; y la disciplina social dirigida sobre todo contra el proletariado. Es lamentable que este pasaje no haga más explícito el vínculo entre el capitalismo de Estado y las necesidades de la guerra imperialista generalizada, que tiende a reducir el fenómeno del capitalismo de Estado a las necesidades económicas inmediatas, cuando es sobre todo una respuesta política contra el proletariado y para las necesidades de la guerra imperialista – que es en sí misma la única respuesta burguesa a las contradicciones económicas y al impasse del capitalismo en su período de decadencia histórica. Vamos a ver que esta tendencia economicista, materialista vulgar y por tanto no marxista, recorre toda la plataforma. No obstante, observemos que la plataforma insiste en el hecho de que, sea cual sea la forma de poder del Estado, dictatorial o democrática, “que el aparato del Estado (…) ejerce un control cada vez más potente, omnipresente y sistemático, sobre todos los aspectos de la vida social” , lo que, por el contrario, debería haber abierto el camino a la comprensión histórica y política de un cierto número de posiciones de clase actuales, en particular las vinculadas a las condiciones de la lucha proletaria, como la cuestión sindical
La lucha del proletariado en el capitalismo decadente se caracteriza por el que “la lucha por reformas se ha convertido en una utopía grosera.” De esta manera, el documento reduce las nuevas condiciones de la lucha proletaria relacionadas con el período del imperialismo o de decadencia del capitalismo a la sola dimensión económica, e incluso a la simple oposición o posibilidad de reformas o imposibilidad de reformas. Así, descuida e ignora las dimensiones históricas y políticas, es decir, el ejercicio por parte del aparato estatal de “un control cada vez más potente, omnipresente y sistemático, sobre todos los aspectos de la vida social”, aunque esto se haya subrayado en el punto anterior. Es fundamentalmente esta concentración de las fuerzas del capital en torno al Estado y contra el proletariado, en particular contra cualquier expresión de lucha permanente como sus organizaciones de masas, lo que define las nuevas condiciones de la lucha proletaria, incluyendo el fenómeno secundario, pero no por ello menos real, de la creciente imposibilidad de reformas duraderas. "La huelga de masas (...) forma universal de la lucha de clases que surge de la etapa actual del desarrollo capitalista y sus relaciones sociales" fue identificada por Rosa Luxemburgo, en Huelga de masas, partido y sindicatos (1906 [5]), por Trotsky en su libro 1905, y otros. Lenin y el partido bolchevique demostraron brillantemente su dominio del fenómeno y de la dinámica de la huelga de masa entre febrero y octubre de 1917 y el indispensable y crucial papel de dirección política que el partido puede y debe ejercer durante ella para conducir el proletariado a su insurrección y al ejercicio de su dictadura de clase.
Los sindicatos se han vuelto inoperantes porque “el capitalismo pierde toda capacidad para acordar mejoras y reformas a favor de la clase obrera.” Una vez más, la explicación mecánica y economicista de o posibilidad de reformas o imposibilidad de reformas vuelve a fundar el hecho, justo y que compartimos, de que los sindicatos se han vuelto “en auténticos defensores del capitalismo, en agentes del Estado burgués en el medio obrero (...) por la tendencia inexorable del Estado en el periodo decadente a absorber todas las estructuras de la sociedad.” En consecuencia, y en la medida en que el paso de los sindicatos al campo burgués habría sido mecánicamente fatal desde el único punto de vista económico, y no el resultado de una confrontación de clase condicionada por el paso al nuevo período histórico, se descuida y rechaza la lucha que las minorías comunistas llevaron desde 1918 hasta, aproximadamente, la 2ª Guerra Mundial en los sindicatos. [6] La CCI debería haberse interrogado sobre las razones de principio y de método que todavía fundaban en 1945 la intervención y la actividad sindical de su antecesor... la Gauche communiste de France. [7] Por otra parte, hay que saludar la capacidad de la CCI histórica para comprender claramente que los sindicatos se habían convertido en órganos parte integrante del Estado burgués y, al menos en los años 80, de sacar todas las consecuencias de ello en lo que se refiere a su intervención en las luchas reales de la clase, es decir, en las luchas en las que los sindicatos y las fuerzas políticas de la izquierda burguesa están presentes y activos. Lejos de esperar una lucha pura liberada de los sindicatos por la gracia del Espíritu Santo, comprendió entonces plenamente que los grupos comunistas de vanguardia y el partido debían estar al frente de la lucha política contra las desviaciones y sabotajes sindicales e izquierdistas y por la dirección política de las luchas obreras. Por su parte, la CCI de hoy ha dado la espalda a esta posición fundamental desde hace al menos dos décadas y prefiere entregarse al fetiche de la auto-organización y el asamblearismo, en nombre de verdaderas asambleas libres de los sindicatos, para enmascarar su derrotismo. “El carácter profundamente proletario del movimiento [de los estudiantes del 2006 en Francia] ha quedado también ilustrado en las formas que se ha dado, especialmente las asambleas generales soberanas en las que se expresa una vida real que no tiene nada que ver con las caricaturas de “asambleas generales” que suelen convocar los sindicatos en las empresas” [8] En otras palabras, la vida real no es la lucha de clases, la misma que ve cómo las fuerzas burguesas en medio obrero, en primer lugar los sindicatos, se oponen, desvían y sabotean las reacciones proletarias, en particular en las asambleas generales obreras. Estribillo bien conocido de la pequeña burguesía llorona e impotente, la vida real según la CCI de hoy es aquella en la que la lucha de clases ha desaparecido y no existe.
“Con la entrada del sistema en su fase de decadencia, el parlamento deja de ser un órgano de reformas [9]. Como dijo el II Congreso de la Internacional Comunista: ‘ El centro de gravedad de la vida política actual está definitivamente fuera del marco del parlamento ’.” La plataforma de la CCI se refiere a las Tesis sobre El Partido Comunista y el Parlamentarismo adoptadas en 1920 según las cuales “el parlamento no puede ser actualmente, en ningún caso, el teatro de una lucha por reformas y por el mejoramiento de la situación de la clase obrera, como sucedió en ciertos momentos en la época anterior.” Pero, las tesis no limitan la cuestión a la mera imposibilidad de reforma en la decadencia, ni mucho menos. “La actitud de la III Internacional con respecto al parlamentarismo no está determinada por una nueva doctrina sino por la modificación del papel del propio parlamentarismo. En la época precedente, el parlamento, instrumento del capitalismo en vías de desarrollo, trabajó en un cierto sentido, por el progreso histórico. Bajo las condiciones actuales, caracterizadas por el desencadenamiento del imperialismo, el parlamento se ha convertido en un instrumento de la mentira, del fraude, de la violencia, de la destrucción, de los actos de bandolerismo. Obras del imperialismo, las reformas parlamentarias, desprovistas de espíritu de continuidad y deestabilidad y concebidas sin un plan de conjunto, han perdido toda importancia práctica para las masas trabajadoras.” [10] Como vemos, la IC lo englobaba en una visión y comprensión mucho más amplia y en primer nivel político, es decir, en el nivel de la lucha de clases entre burguesía y proletariado en las condiciones definidas por la fase imperialista del capital.
Si los revolucionarios del siglo XIX fueron llevados a apoyar ciertas luchas de liberación nacional, “tal apoyo se basaba únicamente en un hecho: dentro del periodo ascendente del capitalismo, la nación representaba el cuadro apropiado para el desarrollo del capitalismo y todo nuevo desarrollo de ese cuadro (...) constituía un paso adelante en el crecimiento de las fuerzas productivas a escala mundial y, consecuentemente, en la maduración de las condiciones materiales del socialismo. Con la entrada del capitalismo en su fase de decadencia (...) la nación se convierte en un marco demasiado estrecho para el desarrollo de las fuerzas productivas.” Una vez más, la plataforma de la CCI reduce considerablemente el alcance de la cuestión a su simple dimensión económica, aun cuando el desarrollo de las fuerzas productivas sea históricamente determinante. En efecto, si Marx y Engels se vieron abocados a apoyar ciertas reivindicaciones y luchas nacionales, era ante todo y esencialmente por cuestiones políticas históricas, para promover lo mejor posible las condiciones de la lucha de clases proletaria, "para el desarrollo histórico del país en la dirección de la revolución económica y política". [11] Las razones esgrimidas por Marx y Engels para apoyar la independencia de Irlanda y Polonia tienen poco que ver con el desarrollo de las fuerzas productivas en estos países: “Acelerar la revolución social en Inglaterra, por lo tanto, es el objetivo principal de la Asociación Internacional de los Trabajadores. La única forma de acelerarla es conseguir la independencia de Irlanda.” [12] Lo mismo ocurría con la lucha nacional en Polonia, que "está en el centro del continente, y el mantenimiento de su división es precisamente el vínculo que une siempre a las potencias de la Santa Alianza [entonces el brazo armado de la contrarrevolución a escala europea, que unía a Austria y Prusia en torno a la Rusia zarista]. (...) Mientras Polonia esté dividida y esclavizada, no es posible que se desarrolle un partido socialista fuerte en el país... " [13]
Hemos subrayado la coherencia de la plataforma de la CCI proporcionada por la distinción ascendencia-decadencia, esencialmente reducida aquí a reformas o imposibilidad de reformas, concepción que puede conducir a la subestimación de las luchas reivindicativas. La unidad y la claridad de la exposición de las fronteras de clase resultantes es el punto fuerte del documento. El enfoque y la comprensión mecánicos y economicistas son su punto débil. Es típico del materialismo vulgar propio del consejismo que desarrolla una visión fatalista y mecánica de la historia en detrimento de su visión dinámica – marxista – que sitúa la lucha de clases en el centro y como motor de la historia.
“Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta – las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas – ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma.” (Engels) [14]
Hay que señalar que el punto sobre La naturaleza contrarrevolucionaria de los "partidos obreros", modificado – y enriquecido en nuestra opinión – en 1987 tras la lucha de la CCI contra el centrismo frente al consejismo de los años anteriores, difiere de este enfoque consejista. No explica el paso al campo burgués de los partidos socialistas y comunistas estalinistas por la imposibilidad de que existan partidos de masas del proletariado por la imposibilidad de reformas en la decadencia del capitalismo, sino desde la propia lucha de clases, los procesos de degeneración oportunista que experimentaron la 2ª y la 3ª Internacional, luego su muerte como Internacional con la 1ª Guerra Mundial para la 2ª y la adopción del socialismo en un país para la 3ª, seguida de la integración final de los partidos nacionales, PS y PC como "en engranajes (a menudo decisivos) del aparato del Estado burgués en sus países respectivos.”
La Organización de los revolucionarios o las debilidades congénitas de orden consejista de la CCI
El planteamiento mecánico y economicista de la plataforma de la CCI expuesto, el carácter abiertamente consejista de los últimos puntos de la plataforma, especialmente sobre La organización de los revolucionarios, no sorprenderá. No nos detendremos en La primera gran oleada revolucionaria del proletariado, que tiene la ventaja de defender – demasiado tímidamente para nuestro gusto – el carácter proletario de la Revolución del octubre 1917 en Rusia y la constitución de la Internacional Comunista como partido mundial del proletariado. Podríamos discutir algunos puntos concretos planteados, muchos de ellos relacionados con el debate histórico, aún "abierto" en nuestra opinión, sobre el periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo. La Dictadura del Proletariado reafirma la necesidad de "la destrucción de arriba abajo del aparato estatal burgués [y el uso por parte del proletariado de] su propia violencia revolucionaria de clase", pero ignora por completo el papel del partido – ¡la palabra partido no se utiliza ni una sola vez en este punto! – tanto en la insurrección obrera – que se ignora – como en el ejercicio de la propia dictadura. Ahora bien, la propia experiencia de octubre 1917 y de la oleada revolucionaria internacional de 1917-1923 han validado definitivamente la posición de principio expuesta por Marx y Engels: sin partido, ni insurrección victoriosa ni dictadura del proletariado son posibles.
El último punto, el más largo de toda la plataforma, sobre La organización de los revolucionarios revela claramente la contradicción que habitó en la CCI desde sus inicios entre su planteamiento y sus debilidades congénitas de orden consejista y su voluntad de reapropiarse de las lecciones del movimiento obrero y en particular de la Izquierda Comunista. Ciertamente, el partido se menciona como tal, formalmente, abstractamente, de hecho hacia atrás: "la organización de los revolucionarios cuya forma más avanzada es el partido (…). Se puede hablar entonces de partido para designar a la organización de esta vanguardia se (…). La naturaleza necesariamente mundial y centralizada de la revolución proletaria confiere al partido de la clase obrera..." Pero en ninguna parte se menciona el papel y la función del partido como vanguardia política y dirección del proletariado.
La CCI defiende, con razón, que “aunque la clase y la organización de vanguardia son dos cosas bien distintas, esto no significa que estén separadas, sean extrañas la una a la otra u opuestas como pretenden de un lado las corrientes “leninistas” y de otro las corrientes “consejistas” y “obreristas.” Al hacerlo, la CCI se distingue de la corriente bordiguista, que para las jóvenes generaciones de revolucionarios posteriores al 68 era la única expresión de la Izquierda Italiana (la corriente damenista, Battaglia comunista, era entonces casi desconocida fuera de Italia), y de la corriente consejista, que estaba de moda en el ambiente antiestalinista, libertario y estudiantil de la época y que vio aparecer una serie de grupos que se reclamaban del consejismo y de la Izquierda germano-holandesa. Muchos pasajes de este último punto de la plataforma son correctos en sí mismos, pero se contradicen con otros de naturaleza y contenido abiertamente consejista. Ejemplo:
“La auto-organización de las luchas de la clase y el ejercicio del poder por ella misma no es una de las vías al comunismo, que se podría poner al mismo nivel que otras, sino que es la única vía [subrayado en la plataforma]. La organización de los revolucionarios (cuya forma más avanzada es el partido) es un órgano necesario que la clase se da para el desarrollo de la toma de conciencia de su porvenir histórico y para la orientación política de sus combates hacia ese porvenir.” Es consejista la sustitución de los consejos obreros como órganos de la insurrección proletaria y del ejercicio de la dictadura del proletariado por la auto-organización de las luchas y el ejercicio del poder – no hace falta decir que cualquier izquierdista, especialmente anarquista, que sea mínimamente radical, se reconoce entusiasmado en esta verborrea anarquista, que es más que confusa desde el punto de vista marxista y de clase. Es consejista la reducción del papel del partido a la única dimensión de la toma de conciencia y orientación hacia ese porvenir en lugar de la dimensión histórica más amplia, concreta e inmediata de dirección política tanto hacia este porvenir como en las luchas diarias de la clase revolucionaria.
Esta reducción del papel del partido a un mero asesor o pensador de la clase [15] se basa en la tesis central del economismo y del consejismo que lamentablemente está presente en la plataforma. "La conciencia de la clase se forja a través de sus luchas, se abre paso con dificultad a través de sus éxitos y derrotas." Esta posición del economismo es la misma que Lenin combatió con razón en el Qué hacer y que la CCI, a su vez, tuvo que combatir en su seno en los años 80. "Al hacer de la conciencia un elemento únicamente determinado y nunca determinante de la lucha de clases; al considerar que el ‘único crisol de la conciencia de clase’ es la lucha masiva y abierta, [esta tesis] no deja ningún lugar a las organizaciones revolucionarias (...). La única diferencia importante entre esta visión [centrista frente al consejismo] y el consejismo es que este último llega hasta el final de su planteamiento al rechazar explícitamente la necesidad de organizaciones comunistas... " [16] Fue a raíz de este debate interno que la CCI adoptó una resolución en enero de 1984 en la que se especificaba, entre otras cosas, que "la condición para el despertar de la conciencia viene dada por la experiencia histórica de la clase capaz de aprehender su futuro, y no por las luchas contingentes-inmediatas.” Al hacerlo, contradecía este punto de la plataforma de la CCI, que nunca fue corregido.
Una plataforma vuelta anticuada e inadecuada para la época actual
Por lo tanto, es toda la plataforma de la CCI que está atravesada por un planteamiento consejista. La dinámica y el entusiasmo provocados por las luchas proletarias masivas de los años posteriores a 1968, al menos hasta mediados de los años ochenta, se mantuvieron lo suficientemente vivos como para que surgieran, e incluso se impusieran en ocasiones, al menos formalmente, tendencias – no materializadas, no personalizadas, salvo algunas excepciones a su vez vacilantes e inconsecuentes – que buscaban liberarse de los orígenes y trabas consejistas. Principalmente en la década de los 80, se produjeron avances y una lucha a las cuales cualquier militante de hoy puede referirse en la Revista Internacional de esta organización. Al igual que se puede hacer referencia a sus experiencias de intervención práctica en las luchas proletarias masivas de los años 70 y 80 que, por su parte, el GIIC reivindica y retoma a su cuenta.
Desgraciadamente, las tendencias o dinámicas partidistas o anti-consejistas que se expresaron, sólo obtuvieron victorias efímeras y superficiales. No supieron llevar la lucha hasta el final. Las principales expresiones de esta impotencia fueron el mantenimiento de las posiciones abiertamente consejistas de la plataforma y la incapacidad de reapropiarse del patrimonio teórico y programático de la Izquierda italiana en su conjunto. El resultado fue que la no superación de esta contradicción, consejismo-partidismo, condujo a... – no podemos resistirnos y los expertos lo apreciarán – una putrefacción de la CCI a partir de los años 90, abriendo su fase de descomposición política, de la que las crisis organizativas de 1995 y 2001 fueron sus expresiones más extremas y factores agravantes.
Sin embargo, queda que la plataforma de la CCI de 1976 permitió la reagrupación de múltiples fuerzas y militantes de todo el mundo, en todos los continentes, que se reconocieron en ella en los años 1970 y 1980. Como tal, representa una experiencia cuyas contribuciones y lecciones no deben ser subestimadas por las nuevas generaciones. Hoy en día, está sobrepasada, aunque sólo sea porque la situación histórica actual exige el abandono de este legado consejista y la reapropiación más completa posible de las principales aportaciones teóricas y políticas de la Izquierda Comunista de Italia [17]. En este sentido, la plataforma centrista hacia el consejismo de la CCI pertenece al pasado, a un momento y a una posibilidad que la historia ha cerrado definitivamente, probablemente con el agotamiento de las todopoderosas ideologías estalinistas y antiestalinistas que prevalecieron hasta la caída del muro de Berlín y la muerte de la URSS.
Notas:
[1] . https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso
[2] . https://es.internationalism.org/cci/201211/3548/introduccion-a-la-plataforma-y-al-manifiesto-de-la-cci
[4] . La participación al grupo francés Révolution internationale de otro militante de la GCF, Mousso (Robert Salama), fue parcial y efímera debido a su aislamiento en Guyana, y luego a su muerte en 1979.
[6] . Esto explica las dificultades que la CCI pudo tener en los años 70, y que pudo superar, para liberarse de la visión antisindicalista infantil de la Izquierda alemana, del KAPD, de los años 1919-1920 y sus consecuencias para la intervención en las luchas obreras, como la vana expectativa de luchas "puras", surgidas espontáneamente y libres de la influencia y el sabotaje de los sindicatos.
[7] . “También hay que luchar contra las tendencias que, partiendo del hecho de la existencia de una burocracia sindical extremadamente fuerte, formando una capa reaccionaria con intereses homogéneos opuestos a los intereses de clase del proletariado y a la revolución proletaria, afirman que las organizaciones sindicales están superadas como instrumentos de lucha anti-capitalista. La fracción sindical comunista está formada por todos los militantes de la organización comunista pertenecientes a un mismo sindicato.” (Internationalisme #1, Résolution sur la question syndicale, 1945, à lire sur le site de l’ex-Fraction interne du CCI : http://fractioncommuniste.org/internationalisme/fra/i01/i01_4.html, traducido por nosotros).
[8] . CCI, Tesis sobre el movimiento de los estudiantes del 2006, Revista internacional #125, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200.
[9] . De nuevo, la versión española es un poco diferente de las versiones francesa e inglesa. Dice “un órgano útil par la obtención de reformas” lo cual puede introducir una diferencia política.
[10] . https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/4-Primeros3-Inter-2-edic.pdf.
[11] . Traducimos del francés : Engels, brouillon de lettre à Trier, 18 décembre 1889, cité dans Le parti de classe de Dangeville, éditions Maspéro, 1973.
[12] . Marx, carta a Meyer y Vogt, 9 de abril 1870, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870/abril/09.htm. Invitamos al lector a leer el argumento de Marx en esta carta, que nunca menciona la necesidad del desarrollo de las fuerzas productivas en Irlanda, sino el vínculo entre « la caída de la aristocracia inglesa en Irlanda [que] significaría y necesariamente causaría su caída en Inglaterra [lo cual] cumpliría la condición previa para una revolución proletaria en Inglaterra », aunque sólo sea porque la división y la hostilidad entre los proletarios ingleses e irlandeses podría entonces superarse.
[13] . Traducimos del francés : Engels, lettre à Kaustsky, 7-15 février 1882, Le parti de classe de Dangeville.
[14] . Engels, carta a J. Bloch, 21 de septiembre 1890.
[15] . La paradoja de pasar de un enfoque materialista mecánico a un idealismo es sólo aparente. El consejismo inconsecuente que no llega a negar absolutamente la necesidad de la organización política se ve obligado a reducir el papel de ésta al « extender la visión y el conocimiento, estudiar, discutir y formular las ideas sociales, y, mediante su propaganda, iluminar las mentes de las masas. » (Anton Pannekoek, Tesis sobre la lucha clase, 1947, https://www.marxists.org/espanol/pannekoek/1940s/1947mayo.htm)
[16] . Traducido del francés por nosotros ya que no se consigue la Revista internacional #42 en español sobre el sitio web de la CCI. Devolvemos los lectores a las versiones inglesa y francés del texto Los deslizamientos centristas hacia el consejismo : Les glissements centristes envers le conseillisme, Revue internationale #42, 1985, https://fr.internationalism.org/rinte42/debat.htm o https://en.internationalism.org/content/2978/internal-debate-centrist-slidings-towards-councilism.
[17] . Si bien las otras izquierdas, la germano-holandesa en particular, no pueden ser ignoradas, no es tanto por sus aportes teóricos y políticos – los hay, pero son escasos y parciales – sino por la lucha que la Izquierda Comunista pro-partido – para usar la expresión de Lenin – tuvo que librar contra ellas y las lecciones que resultaron de esta.